Edward Daly, el sacerdote que se hizo famoso por agitar un pañuelo blanco en el Domingo Sangriento (Bloody Sunday en inglés), fue consagrado obispo de Derry el 31 de marzo de 1974.

Seis meses después el IRA asesinaba a un buen amigo suyo, según recuerda en su libro de memorias “A Troubled See“:
‘En septiembre de 1974 me llamaron para celebrar el que sería mi primer funeral de una víctima de la violencia desde mi nombramiento como obispo de Derry. El juez Rory Conaghan, miembro de una distinguida familia de Derry, era un hombre de gran inteligencia, integridad y fe. Era íntimo amigo mío y muy admirado en ambas comunidades.’

Fue asesinado la mañana del 16 de septiembre de 1974 en su casa de Belfast por un pistolero del IRA que se hizo pasar por cartero.
Esa misma mañana asesinaron también en Belfast a un juez adscrito, Robert McBirney.
En mi homilía expresé:
“La muerte que lloramos hoy no es solo obra de una persona, sino de toda una organización. Antes de que ocurriera, se celebró casi seguro una reunión, tuvo lugar una discusión, se tomó una decisión y se designó a alguien que realizase el trabajo. ¿Puede algún miembro de esta organización sentirse libre de la culpa de este crimen? Indudablemente, los asesinatos del juez Conaghan y del señor McBirney deben recordarnos el hecho de que nuestro país ya ha alcanzado un estado en el que solo puede permitirse una división: la distinción entre los que creen en tales actos y los que no.
Demasiadas personas que se hacen llamar cristianas brindan apoyo pasivo a organizaciones de las que saben, en lo más profundo de sus corazones, que se oponen directamente a la visión y la enseñanza de Cristo. Tal vez estas muertes puedan ayudar a congregar a todos los miembros de nuestra comunidad que están dispuestos a manifestarse públicamente por los valores cristianos. No pueden matarnos a todos.
La diferencia entre unionistas y nacionalistas se torna insignificante cuando uno se enfrenta a este tipo de salvajismo en el que se envía a un activista adolescente a ejecutar a un hombre durante el desayuno.
Sería mejor morir enfrentándose al mal que vivir consintiéndolo.”

El obispo Daly y sus hermanos obispos estaban convencidos de que no eran solo algunos paramilitares los que estaban sumidos en un estado de profundo pecado por su participación en asesinatos, mutilaciones y atentados, sino, y más importante, que la organización que dirigía la campaña de asesinatos y atentados era en sí misma un profundo pecado, ya que fue el origen de la ilegítima autoridad cuasi gubernamental y de la motivación letal que impulsaba a católicos por lo general normales — principalmente gente joven — a cometer asesinatos y atentados contra sus compañeros.
Esta opinión de que toda la organización que impulsaba la campaña de asesinatos era pecaminosa la compartían los obispos compañeros del obispo Daly y, por supuesto, la mayoría de la sociedad irlandesa y británica.
Esa contaminación de pecado no se limitaba al ala militar de la organización, el IRA, sino también a su frente político de títeres, el Sinn Féin, cuyo papel era tratar de legitimar los asesinatos y atentados políticos y argumentar a favor de la campaña de asesinatos en el ámbito público.
No era ningún secreto que muchos miembros del Sinn Féin eran también miembros del IRA y a los que no eran miembros de ambos se les exigía aun así que brindasen apoyo incondicional a la campaña de asesinatos y atentados con bomba del IRA, lo cual siguen haciendo sin complejos en la actualidad.
El 29 de septiembre de 1979, en Drogheda, ante 250 000 católicos, el Papa Juan Pablo II dijo:
«Me gustaría hablaros a todos los hombres y mujeres que ejercéis la violencia. Me dirijo a vosotros en un lenguaje de súplica apasionada. De rodillas os suplico que os apartéis de la senda de la violencia y volváis a los caminos de la paz».
A principios de la década de 1980 y de las huelgas de hambre, los obispos católicos de Irlanda declararon:
«Por consiguiente, rogamos a los que hacen huelgas de hambre y a los que los dirigen que reflexionen profundamente sobre el mal de sus acciones y sus consecuencias. El desprecio por la vida humana, la incitación a la venganza, la explotación de los huelguistas para favorecer una campaña de asesinatos, la intimidación de los inocentes, la iniciación de niños en la violencia, todo esto constituye una terrible magnitud de maldad».
En noviembre de 1987, una semana después del atentado con bomba del Día del Recuerdo de Enniskillen, que mató a 11 víctimas, los obispos irlandeses manifestaron:
«No hay lugar para la ambigüedad frente a las actuales campañas de violencia republicana. La elección para todos los católicos está clara. Se trata de elegir entre el bien y el mal. Es pecado formar parte de organizaciones comprometidas con la violencia o permanecer en ellas. Es pecado apoyar ese tipo de organizaciones o pedir a otros que las apoyen. La gente tiene que elegir».
En marzo de 1988, tras el asesinato de los dos cabos del ejército, el cardenal Cahal Daly dijo:
«Por el amor de Dios, librad a nuestros corazones de este veneno. El mal tiene que rechazarse por completo y de manera inequívoca. No puede haber ambigüedad alguna, ni doble rasero, ni indignación selectiva. Se ha visto la verdadera cara de la violencia del IRA y ha sido horrible verlo».
El IRA se preciaba de ser el «verdadero» gobierno de toda Irlanda y consideraba ilegítimos a los gobiernos particionistas del Estado Libre Irlandés y de Irlanda del Norte.
Los republicanos de toda Irlanda del Norte y de la República de Irlanda consideraban que la bandera tricolor pertenecía por derecho a la tradición del IRA y la utilizaban en los funerales del IRA con la intención de deslegitimar a «esos cabrones que detentaban el poder en el Estado Libre» (palabras que pronunció en el cementerio de Milltown de Belfast en el año 2000 Brian Keenan, Intendente General de la jefatura del IRA y, en algún momento, Jefe de Estado Mayor y hombre de Belfast que traficaba con armas y Semtex de Libia).

Los republicanos cantaban asiduamente su himno político «Take it Down from the Mast Irish Traitors» (Bajadla del mástil, traidores irlandeses), haciendo referencia al uso de la bandera tricolor como su emblema legítimo.

Aquí se puede ver al excomandante de los presos del IRA de la cárcel de Maze, también conocida como Long Kesh, el terrorista que perpetró el ataque con bomba y tiroteo en el bar Bayardo, Brendan «Bik» McFarlane, cantándola acompañado de su guitarra en el Rock Bar de la calle Falls, donde es un habitual:
Esta es la letra de la canción, por si no la conocéis:

Tras la muerte del voluntario del IRA Gerard Logue, al disparársele accidentalmente su propia arma en la zona del Waterside de Derry/Londonderry en Marzo de 1987, Martin McGuinness y Gerry Adams decidieron que su funeral, el 24 de marzo, estaría marcado por los únicos sacramentos que le importaban al IRA: con disparos por encima de su ataúd.
A pesar de la amplia presencia de la Policía del Ulster, dos activistas del IRA utilizaron el amparo de la iglesia de Santa Columba, Long Tower, para efectuar disparos al aire por encima del ataúd de Logue y desaparecer con sus armas ante los ojos de la policía.
Esta acción del IRA, supervisada por Martin McGuinness y Gerry Adams, se produjo 48 horas después de que el IRA hubiese asesinado a Leslie Jarvis en el Colegio Universitario Magee de la ciudad y, cuando la policía llegó al lugar de los hechos, una trampa explosiva colocada en el maletín de Jarvis explotó y mató a dos policías, Austin Wilson y John Bennison.

Jarvis era un trabajador civil que enseñaba marroquinería en la cárcel de Magilligan.
El obispo Edward Daly era consciente de que los asesinatos del IRA y los disparos realizados en el funeral de la iglesia de Santa Columba los había supervisado personalmente Martin McGuinness, quien tenía cero respeto por la Iglesia católica y sus enseñanzas.
En dos ocasiones anteriores, voluntarios armados del IRA habían mantenido retenidos en los bancos de la iglesia de Santa Columba –a punta de pistola– a algunas personas, después de que el IRA hubiera secuestrado sus vehículos.
El obispo Edward Daly prohibió acto seguido las ceremonias paramilitares en los funerales de su diócesis y manifestó la solución obvia desde el punto de vista de la iglesia: que la misa funeral no tenía por qué celebrarse al mismo tiempo y ni siquiera el mismo día que el espectáculo funerario ateo del IRA.
Las ceremonias paramilitares incluían boinas, guantes, tiroteos y, sobre todo, la disputada bandera tricolor que el IRA consideraba como propia, rechazando la reivindicación de la República de Irlanda del emblema.
El IRA alegaba ser la legítima autoridad de toda Irlanda desde 1918 y la bandera tricolor era el emblema central de esa falsa afirmación.
En la batalla constante entre la iglesia católica en Derry/Londonderry y el Consejo del Ejército del IRA – eficazmente en la persona de Martin McGuinness, Jefe de Estado Mayor del IRA – la iglesia católica, con el obispo Edward Daly a la cabeza, ganó la lucha de poder de los disparos de la iglesia de Santa Columba.
El obispo Edward Daly sabía que Martin McGuinness había controlado la campaña de asesinatos no sólo de la ciudad, sino de toda Irlanda del Norte e Inglaterra, e incluso de los asesinatos que habían acaecido en la República de Irlanda.
El obispo Daly había adoptado una postura muy personal, que defendía públicamente, en contra de Martin McGuinness por su implicación directa en el asesinato de Frankie Hegarty, un intendente local del IRA que proporcionó a las fuerzas de seguridad una información que permitió a Gardai (el cuerpo nacional de policía de la República de Irlanda) localizar el mayor depósito de armas del IRA suministradas por el dictador libio Muamar el Gadafi, salvando así innumerables vidas.
Después de que Frankie Hegarty hubiera huido a Inglaterra, McGuinness empezó a frecuentar la casa de Hegarty y le prometió a su madre, Rose, de rodillas, que si Frankie regresaba a la ciudad, el IRA no le haría daño si cooperaba y le daba información sobre sus actividades.
Hegarty regresó siguiendo la sugerencia de McGuinness y confiando en la promesa que McGuinness le había hecho a su madre, Rose. Su hermana lo llevó en coche a Buncrana en el condado de Donegal y de allí se lo llevaron sus interrogadores del IRA.
En algún momento durante el interrogatorio secreto de Frankie, McGuinness le hizo una visita a Rose Hegarty y afirmó que «acababa de ver» a Frankie que «estaba muy bien y estaba comiendo comida china».
Días después, el 25 de mayo de 1986, el cuerpo de Frankie se encontró tirado en la frontera con varios disparos en la cabeza.

McGuinness se aseguró de que se entregase a la familia Hegarty una grabación en la que Frankie admitía ser informador.

Cuando Rose Hegarty acusó públicamente a McGuinness de traición, McGuinness recurrió a la intimidación directa de la familia.
El periodista del Irish Times Peter Murtagh, que en ese momento trabajaba para The Guardian, visitó la casa de los Hegarty poco después del asesinato de Frank.
A los pocos minutos de su llegada, algunos miembros del IRA entraron en la casa, lo llevaron fuera, a un coche en el que Martin McGuinness le informó de que la familia Hegarty estaba consternada y no podía hablar en ese momento y que, de hecho, McGuinness daba por concluida la entrevista.

McGuinness no se había limitado a ordenar al IRA que vigilase el hogar de los Hegarty a raíz de la muerte de Frank, sino que además participó directamente en la intimidación de la apenada familia duelo y del periodista que les visitó.
McGuinness declaró públicamente:
«No condeno la acción del IRA. La condena por parte de John Hume y de sacerdotes es patética».
[Ni el sindicato local, ni la Unión Nacional de Periodistas (NUJ, por sus siglas en inglés) se quejaron de la intimidación .]
En la consiguiente controversia pública, el obispo Edward Daly creyó a Rose Hegarty y declaró que McGuinness era un descarado mentiroso.
Durante años, el obispo Daly me repitió que McGuinness era un mentiroso y que no se podía confiar en su palabra.
Por aquel entonces, casi nadie se oponía a la desenfrenada intimidación asesina de Martin McGuinness ni al IRA de la ciudad de Derry, excepto el obispo Edward Daly, una luz para los que se hallaban en la oscuridad, para muchos que tenían demasiado miedo de enfrentarse al IRA.
La oleada de asesinatos de conciudadanos perpetrada por Martin McGuinness estaba destinada a continuar mutando sin cesar hasta llegar al atentado con «bomba humana» de Derry, en el que McGuinness ordenó a 11 voluntarios del IRA que invadieran la casa de la familia Gillespie y arrastrasen a Patsy Gillespie a su muerte en un coche bomba en Coshquin, donde murieron también 5 Soldados británicos.
En octubre de 1990, en el funeral de Patsy Gillespie – en el que no había prácticamente ninguna parte del cuerpo que enterrar – el obispo Edward Daly manifestó a la congregación que el IRA y sus partidarios eran:
«la total contradicción del cristianismo: puede que digan que son seguidores de Cristo y algunos incluso puede que todavía participen en la hipocresía de venir a la iglesia, pero sus vidas y sus obras proclaman claramente que siguen a Satanás».
Después de sufrir un ictus, problemas de salud y de retirarse de su cargo de obispo en 1993, el obispo Edward Daly falleció el 8 de agosto de 2016, 7 meses antes de la muerte de Martin McGuinness el 16 de marzo de 2017.
El obispo Edward Daly nunca se habría imaginado, conociendo personalmente la campaña de asesinatos de multitud de víctimas de Derry/Londonderry que Martin McGuinness había llevado a cabo durante 30 años, que su sucesor, el obispo Donal McKeown, nacido en Belfast, declararía que al asesino múltiple McGuinness
«se le debía otorgar un honor comparable al que se le habría otorgado a un exjefe de Estado o a uno en funciones del gobierno de Irlanda»
con la muy disputada bandera tricolor, en la misma iglesia donde McGuinness ordenó a 2 activistas que sacasen sus armas y disparasen sobre el ataúd de Gerard Logue desafiando las reglas de la iglesia católica.

Un sorprendido Eamonn McCann señaló en un artículo de Hot Press:
Pero en términos de precedentes y de práctica establecida fue sorprendente:
«Se decidió que se debía otorgar al fallecido un honor comparable al que se le habría otorgado a un exjefe de Estado o a uno en funciones del gobierno de Irlanda (Uachtaran o Taoiseach, en gaélico irlandés)».
En otras palabras, se decidió que, a todos los efectos, se celebraría un funeral de Estado por Martin. La cuestión de si el líder del Sinn Fein «merecía» tal reconocimiento está fuera de lugar. Lo mismo él que cualquier otro.
La cuestión es que los que tienen esa inclinación podrían tomárselo como reconocimiento, si no aceptación, del estatus que los republicanos tradicionalmente atribuían al IRA, como una fuerza legítima que representa al pueblo de Irlanda.
La sensación de satisfacción entre los republicanos sobre el terreno ha sido inmensa.
En otras palabras, el obispo Donal McKeown, instigado por el arzobispo Eamon Martin, amigo de McGuinness de Derry, decidió conceder al asesino múltiple Martin McGuinness, y a través de él al IRA, el estatus que siempre reivindicaron, el de verdadero Gobierno de Irlanda.
En una maniobra calculada, el obispo McKeown y el arzobispo Eamon Martin adjudicaron a la organización del IRA, que los anteriores obispos habían descrito como pecaminosa, terrorista y satánica, un reconocimiento retrospectivo de que su violencia correspondía a la de un Estado, de un Gobierno, que merecía honor. y respeto y que sus víctimas debían considerarse ahora como meras víctimas de la guerra, ya que los Estados pueden declarar la guerra, pero los terroristas no.
Adiós al convencimiento de los obispos anteriores de que «las vidas y acciones de los miembros del IRA ¡proclaman claramente que siguen a Satanás!»
Este es el regalo que el obispo McKeown y el arzobispo Eamon Martin de Irlanda del Norte han concedido a una banda paramilitar que asesinó a más de 1.700 personas, que hizo explotar miles de bombas, que torturó e hizo desaparecer a montones de ciudadanos y provocó el que miles de miembros jóvenes y no tan jóvenes pasaran décadas de su vida en la cárcel.
Lo que antes eran asesinatos terroristas ahora, gracias a la concesión de dos obispos católicos de Irlanda del Norte, se van a considerar una habilidad política.

Aparte de los infinitos peligros morales de esta concesión sin precedentes a aquellos a los que los obispos anteriores se habían referido como «seguidores de Satanás», el obispo McKeown y el arzobispo Eamon Martin juntos han perpetrado la traición más dramática que ningún obispo ha cometido en la historia de la iglesia irlandesa, en concreto, la traición de todo lo que el obispo Edward Daly creía y enseñaba sobre el IRA como organización intrínsecamente malvada, ya que el objetivo principal de esta era asesinar en nombre de sus propias creencias.
El beneficiario de esta concesión, el asesino múltiple Martin McGuinness, venía expresando desde hace años que él no compartía ni las creencias católicas ni la culpa.
Comentó a Jason O’Toole, de la revista Hot Press, que no creía ni en el cielo ni en el infierno.

Al recriminarle por otra entrevista para la revista Hot Press en la que había justificado los asesinatos de soldados y agentes de policía del «Estado Libre», McGuinness alegó pérdida de memoria, que era su táctica habitual cuando no le servían las mentiras descaradas:

McGuinness simplemente menospreciaba a los que eran lo suficientemente tontos como para que él les embaucase y en su lápida dejó un claro mensaje sobre su iglesia y su dios: se autoproclamó un Óglach, un voluntario del IRA hasta el final.
Y, para aclarar cualquier duda, nombró a su iglesia: Óglaigh na hÉireann – Ejército Republicano Irlandés – una contradicción directa de las Fuerzas de Defensa de la República de Irlanda, que así se llaman en irlandés, y una ofensa al Presidente de Irlanda, ese activista del Partido Laborista durante muchos años, Michael D. Higgins, quien había menoscabado la reputación de su gabinete al asistir personalmente al funeral de McGuinness.

En un mordaz desprecio a la iglesia católica, la lápida Martin McGuinness’ no incluye ni una sola referencia cristiana ni religiosa.
Su lápida sigue siendo un insulto a los débiles y despreciables clérigos católicos que vendieron a uno de los suyos para rendirle homenaje, un tipo de traición que McGuiness detestaba en la vida y en la muerte.
E marzo de 2014, el papa Francisco, refiriéndose a la mafia, dijo:
«El poder, el dinero que ahora poseéis de vuestros muchos negocios sucios, de vuestros muchos crímenes mafiosos, es dinero sucio, es poder manchado de sangre, y no os lo podréis llevar a la otra vida. Arrepentíos, todavía estáis a tiempo, para que no acabéis en el infierno. Es lo que os espera si seguís por este camino. Tenéis un padre y una madre: pensad en ellos. Llorad un poco, y arrepentíos».
Estas son las advertencias a las que el Consejo del Ejército del IRA y su frente del Sinn Féin, junto con el obispo Donal McKeown y el arzobispo Eamon Martin, deben prestar atención.

¿Vio el obispo Edward Daly que la traición venía de los suyos?
Claro que sí.
En agosto de 2010, Eddie Daly [como se le conocía cariñosamente en Derry] me escribió un correo electrónico:

Ese «periodo muy solitario» que Eddie mencionaba hacía referencia al hecho de que ni un solo sacerdote le había llamado para brindarle ningún tipo de apoyo cuando se aireó su nombre en la prensa por historias del padre Chesney relacionadas con los atentados de Martin McGuinness en Claudy, que ni McGuinness ni el IRA llegaron a reivindicar ni explicar.
Al obispo Edward le sorprendió en gran manera que ninguno de sus hermanos obispos lo hubiera siquiera llamado por teléfono.
¡Mira cuántos de estos hipócritas asistieron a su funeral con elogios hacia él!

Lo que todavía resultó más duro para el obispo Edward Daly fue ver a uno de sus anteriores sacerdotes, el P. Michael Canny, apoyando públicamente el lanzamiento de Martin McGuinness en Free Derry Corner en septiembre de 2011, cuando el Consejo del Ejército del IRA creía seriamente que McGuinness podría cambiar las elecciones presidenciales irlandesas.

El hecho de que se permitiese al P. Michael Canny acudir vestido de sacerdote a la manifestación del Bogside dio la impresión de que la iglesia católica de Derry y de Irlanda del Norte apoyaba plenamente la candidatura del asesino de masas (¡y tal vez fuera así!)
Canny se hizo el ingenuo, tipo el personaje del Padre Ted, [un famoso programa de televisión sobre un sacerdote cómico] sin capacidad de discernir, comentando a la BBC:
[McGuinness] dijo que abandonó el IRA en 1974, pero el P. Canny dijo que no podía ni confirmarlo ni negarlo. «Yo llegué a esta ciudad durante la huelgas de hambre de 1981. No tengo ninguna razón para creer o no creer en él, por tanto, no puedo decir si es verdad o mentira. Si es verdad, es verdad, si es mentira, es mentira. No lo sé».
El padre Canny dijo que había asistió a la manifestación para apoyar un «hijo de la ciudad» y no para animar a la gente a que le votase. «Estaba allí para desearle lo mejor al embarcarse en esta campaña para convertirse en presidente de Irlanda. No estoy pidiendo a nadie que vote por ningún partido ni por ninguna persona».
«Puede parecer un respaldo, pero desde luego que no tenía ninguna intención de decir nada que no fuera ‘estoy aquí para desearle lo mejor’ en esta etapa de su camino».
La cháchara de Canny fue tan convincente como las garantías que McGuinness dio a Rose Hegarty…
El obispo Edward Daly pudo fácilmente vislumbrar que el permiso de Canny para asistir al mitin del IRA de McGuinness completamente vestido de sacerdote fue una clara señal de que la iglesia católica estaba preparando un cambio de sentido total para acomodarse al recientemente popular monstruo del IRA/Sinn Féin.

Con plena autorización de su obispo, Donal McKeown, este mismo sacerdote, Canny, fue a apoyar en marzo de 2018 (nuevamente vestido de sacerdote) el libro de Jude Collins sobre Martin McGuinness, afirmando que McGuinness tenía una «conciencia tranquila» y que si tuviera que volver a vivir, «tomaría exactamente las mismas decisiones», lo que significa que McGuinness volvería a cometer asesinatos en masa…
¡Qué ejemplo para la especie en peligro extinción de sacerdotes católicos de Irlanda!
El movimiento del IRA y sus mentiras:
Obispo Edward Daly: ¿Fue alguna vez un hombre tan engañado y traicionado por sus compañeros?

La versión en inglés de este artículo está disponible aquí.
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